domingo, 9 de octubre de 2011

En contra de mis principios


Despertar a las 7:30 am, tomar el control de la TV y sintonizar las noticias que al igual que siempre son tristes y crudas: “¡El dólar por las nubes!, tenemos en la línea al secretario de Hacienda!”- exclama el presentador. Así al igual que cada 6 años, se ve en la pantalla a un tipo vestido con un traje Hugo Boss y su Rolex diciendo que esto no debe alarmarnos, que se trata de un simple “resfriado” (el cual provocará el cierre de varios negocios e incrementará considerablemente el desempleo).
Es momento de cambiar de canal, sin embargo ya no se donde está el control que hace algunos minutos había dejado sobre el buró, en su lugar, encuentro un cenicero con restos de cigarros que debí haber fumado antes de conciliar el sueño. Volteo para un lado y para otro de la cama, el despertador dice que han pasado 20 minutos, así que al igual que ayer, volveré a llegar tarde a trabajar. Me levanto, prendo el calentador y busco entre mi limitado guardarropa una camisa con la cual pueda combinar aquel pantalón de mezclilla limpio que supongo aún debo tener. Hasta ahora todo pinta para ser un día normal, un día igual al día de ayer, y al anterior y al que ocurrió hace una semana, un mes, un día como cualquier otro...
Camino a mi trabajo, ocurre el único momento valioso de mi día, aquel momento en el cual rompo un poco la rutina, y es que dicen que ante la adversidad es importante dar una buena cara, buscar el lado positivo a una vida de hastío, si bien viajar en metro no es el máximo de los placeres, mi condición económica me prohíbe disponer de un auto, pero bueno, he aprendido a hacer de mi viaje, un viaje lleno de aventuras en las cuales observo a la gente para posteriormente inventarles una historia, algo que inspirara a la mismísima Agatha Christie a crear una novela más, imaginar que aquella señora con cara de angustia, realmente trama un crimen contra su marido infiel, o tal vez aquel anciano de rostro gentil en realidad busca asaltar un banco.
Cuando menos me imagino, el viaje ha terminado, hemos llegado a la terminal y es aquí donde bajo para dirigirme caminando a aquellas oficinas del gran corporativo trasnacional donde trabajo.
-¡David, por fin llegaste! El lic. llegó hace rato y se ve bastante molesto- oigo vociferar al policía de la entrada, a lo cual respondo con una sonrisa forzada.
-¡Deivid!, ¡en serio que le estás jugando al vivo!- son las palabras con las que me recibe mi compañera, de quien hasta el día de hoy desconozco su nombre.
-¡Quién fuera de los “elegidos”!- me comenta aquel lambiscón de recursos humanos.
Por mi parte me dirijo a mi lugar, callado y sin saludar, hasta el fondo de la oficina, entre murmullos de los demás compañeros, enciendo la laptop y descubro 50 mensajes nuevos en mi bandeja de entrada, de los cuales la mayoría pertenecen al monigote que tengo como jefe, preguntándome el estatus de la auditoría a aquel proyecto millonario gracias al cual me dicen: “comemos todos”; un simple “seleccionar todos” acompañado del maravilloso botón “suprimir”, libera al igual que ayer, y que hace una semana, y que hace un mes, mi primera dotación de estrés laboral, por lo cual tomo mi cajetilla de cigarros y me dirijo al sanitario, aquel lugar donde recibo mis primeros 15 minutos de tranquilidad y donde gracias al aromatizador que Don Felipe, el afanador, me ha obsequiado a cambio de un soborno que mantiene su “controlado” alcoholismo, puedo fumar placenteramente.
Sin embargo hoy no sería un día igual, hoy no sería el día por el cual no valdría la pena escribir sobre lo que vivo a diario, ya que hoy sería el día en que aquel suceso me haría dudar sobre mis creencias, e incluso obligarme a ir en contra de mis principios.
Hoy fue el día en que camino a mi zona de confort, me topé con aquella niña, vestida con una falda gris cuadriculada, un chaleco rojo y una chazarilla blanca, aquella niña de 16 años con cabello largo y rizado, que al verme me preguntó si iba en la dirección correcta a recursos humanos, ya que había sido becada por la empresa dado su desempeño escolar, dicha beca consistía en ser capacitada 6 meses por la gente de administración de proyectos, además de recibir un apoyo económico bastante redituable.
Como pude, contuve la respiración y le indiqué como llegar a su destino, le dije que a nombre de toda la empresa le daba la bienvenida y esperaba que algún día ella fuera parte de nuestra valiosísima fuerza de trabajo. Algo dentro de mi deseaba que en cuestión de segundos, aquella colegiala se graduara de la universidad y estuviera laborando aquí, sin embargo, algo aun más dentro de mi, me hacía ver que esto iba en contra de mis principios.
Regresé a mi lugar, y mi jefe, aquel Lic. Rodríguez, caminaba de un lado a otro como madre que pierde a su hijo en el centro comercial, me miró y dijo, al igual que ayer, y hace una semana y hace un año: David, que bueno que ya estas aquí, no hemos podido avanzar con la auditoría y otra vez llegaste tarde, tu sabes que la impuntualidad no se puede tolerar en esta empresa; A lo que respondí: Si discúlpame, mañana no sucederá.
Revisé mi correo, por fin había quitado toda esa basura de Rodríguez, y siendo ya las 10:30 am sería una muy buena hora para empezar a trabajar, sin embargo esta vez no fue así esta vez pensaba como sería presentarme con aquella niña 20 años menor que yo, decirle que en efecto estaría dispuesto a ayudarla a experimentar aquello que estaba por descubrir, que no se fiara de cualquier tipo que se quisiera aprovechar de la situación, que incluso si gustaba podríamos ir a cenar o a ver una película en mi departamento, que si gustaba también podría dejarla cerca de su casa, que quisiera ser su amigo... pero no, realmente mi parte consciente me repetía una vez más que eso iba en contra de mis principios.
En eso estaba, cuando recibí la llamada del área de proyectos, necesitaban que fuera porque acababa de llegar un nuevo integrante que tenía poca experiencia laboral y necesitaban que conociera al auditor y como tal le diera consejos para que desempeñara de la mejor manera posible sus actividades.
Llegué a proyectos, y cual fue mi sorpresa al ver que aquella colegiala de mi prematura fantasía se encontraba ahí, incorporándose, pero la sorpresa fue mayor al notar que ella me reconoció, y ver como su cara de preocupación cambiaba por una tierna sonrisa acompañada de un: ¡Hola! Mucho gusto de nuevo, soy Brenda, nos conocimos hace rato y te doy de nuevo las gracias por orientarme para llegar a recursos humanos, todo mundo dice que eres una persona muy dura en eso de la auditoría, pero yo creo que en realidad eres un chico muy lindo.
Tal fue mi sorpresa que sólo respondí: Este... bueno si, yo soy David Jimenez, soy el ogro de la auditoría como bien te han contado tus compañeros, y gracias por el halago, pero no creas que por eso ni por tu belleza seré condescendiente contigo; -“¿Pero que estupidez acabo de decir?” me pregunté a mi mismo, “¿Cómo que por tu belleza?, eres un idiota David”, me seguía diciendo yo sólo en mis pensamientos.
Así que volví a sonreír y sin decir mucho me despedí y me dirigí sin voltear atrás de nuevo a mi lugar.
El reloj marcaba las 3:00 pm, era momento de ir a comer, cuando de repente el teléfono sonó, provenía del área de proyectos, contesté y era una voz suave, que decía: Hola buenas tardes, estará el licenciado Jimenez, es que tengo un problema y quiero ver si me puede ayudar, ah! Soy Brenda, y acabo de entrar a apoyarlos.- “Si soy yo”- contesté- “¿En qué puedo apoyarte?”-”Hola licenciado, mire lo que pasa es que la gente de aquí se fue a comer y no se como poner la información en el repositorio de documentos, la verdad no quiero regarla en mi primer día y quiero ver, si no es mucha molestia que viniera y me apoyara, para que no me vaya a regañar después y...¿bueno si puede?, es que es mi primer día y ¡estoy muy nerviosa!”- “No te preocupes, ahí voy en un momento”-respondí, sería un buen momento para enseñarle lo que requería, y aprovechar para disculparme por mi atrevimiento de decirle sobre su belleza porque ante todo eso iba en contra de mis principios.
De nuevo en proyectos, se encontraba aquella niña bastante desarrollada, envidia de cualquier veintiañera, de espaldas, con su mochila al lado de Hello Kitty, esa niña que se encontraba en el momento más contradictorio de su vida, ser acechada por los hombres y querer seguir jugando con las muñecas, ese momento de despertar de su inocencia, aquella inocencia que se veía bastante tentadora a hacerme ir en contra de mis principios. Sin embargo me acerqué y haciendo intencionalmente ruido, logré tomar su atención, me disponía a emitir la primera palabra, pero ella se adelanto y me dijo: “Hola David, perdona que no te diga aquí licenciado y todas esas cosas, la verdad eres un chavo muy joven como para que te anden diciendo de esa forma como les dicen a los señores gordos y calvos.”-eso me motivó bastante- “mira, la verdad te marqué por dos cosas, el repositorio que ya supe como funciona, y para agradecerte porque alguien tan guapo como tu me haya dicho que soy bella, aunque haya sido para hacerme sentir bien, después de que en la escuela todo mundo me dice: ñoña, matadita, nerd, y perdedora”.- Al escuchar eso pensé dentro de mi: “¿como es posible que esos chamacos tontos no sepan reconocer cuando una niña está preciosa?”- sin embargo contesté: “No dije lo que dije por hacerte sentir bien, en verdad el halagado soy yo porque no esperaba que tu me consideraras así, es más hasta tu papá podría ser, jejeje”-”idiota” pensé dentro de mi y sonreí-”Que bueno que ya aprendiste a usar el repositorio y si tienes alguna duda estoy para servirte con mucho gusto, es más mira, ya es hora de comer, ¿quieres acompañarme por una hamburguesa?, a mi me gustan mucho”-”Falso” volví a pensar, ya que en realidad odiaba la comida rápida.
Brenda accedió y fuimos al centro comercial que se encontraba a unos metros de la empresa, comimos hamburguesas, helados y mucho refresco de refill, yo veía a Brenda tan contenta que me hacía sentirme joven, revitalizado, mi vida era alegre después de mucho tiempo, sin embargo, eso iba en contra de mis malditos principios.
De regreso a la empresa, Brenda se detuvo en el parque y me dijo que apenas me conocía pero consideraba que yo era una persona muy buena y noble, que le inspiraba mucha confianza y que además estaba muy guapo, por lo cual quería contarme sobre su vida, sobre aquello que no la dejaba ser feliz como quisiera. Comentó sobre la separación de sus padres, ya que al ser hija de dos workahólicos, ninguno de los dos tenía momento de pasar con Brenda lo cual era causa constante de riñas entre si; también supe que Brenda había besado alguna vez a un chico pero que este era muy “inmaduro” y simplemente la había babeado; que padecía de insomnio y en lo que conciliaba el sueño, leía un poco y en ocasiones entraba a internet en páginas pornográficas, que veía como hombres y mujeres tenían relaciones y eso a ella le llamaba la atención, pero que sabía que sus compañeros de clase, eran apenas unos pubertos que querían invitar a las niñas populares al cine para poder tocarlas “accidentalmente” cuando las luces se apagaban. Fue el momento en el cual no sabía que contestar, así que sólo se me ocurrió mencionarle que era tarde y yo debía estar en mi lugar antes que acabara la hora de la comida, además que ella debía pasar por su mochila para ir a sus clases de la tarde.
Brenda es una chica muy lista para su edad, y sabía que hasta cierto punto esa conversación me había incomodado un poco, sobre todo porque iba en contra de mis principios.
Por fin llegamos a la oficina, Brenda se despidió pidió mi número de celular y me dijo en voz baja: “David hoy salgo a las 9:00 pm de clases, ¿podríamos vernos? Mis padres no estarán en casa y quiero platicar con alguien”. Le contesté: ”No se si sea bueno verte en la noche pero ten mi número, llámame y platicamos, porque para ser sincero contigo debo confesarte que eso va en contra de algunos de mis principios.”
Brenda sonrió y se despidió...
Ya en mi casa, eran las 9:30 pm, me veía en el espejo y arreglaba mi imagen lo más que podía, era un buen momento para usar esa loción carísima que sólo me ponía en ocasiones especiales como esta, sabía que sólo sería una noche de cena, que con un poco de dulces palabras obtendría sexo, aquella situación que moralmente era indebida, mal vista por muchos, pero era lo que un hombre soltero como yo merecía, el timbre de la puerta sonó, sabía que mi cita estaba del otro lado, caminado despacio me daba cuenta que hoy había sido un día diferente, pero que mañana sería un día igual a ayer, a hace una semana, a hace un mes. Tomé el celular y lo apagué, ya no lo necesitaría este día, abrí la puerta y ahí estaba Mauro, mi cita ese hermoso hombre de ojos preciosos que al verlo me había hecho olvidar a Brenda, a aquella niña por la cual hubiera perdido mis principios...

4 comentarios:

ernemon dijo...

Por un momento pensé que esto lo escribía Juan; que cosas señor, y mas con el remate de la historia, gracias por recordarme a este amigo, gracias de nuevo.

Anónimo dijo...

Que bueno que la historia te gustó, eso nos motiva, y en especial a mi para seguir escribiendo. Un saludo por parte del Sr. Ajenjo y todo el grupo de Crónicas de la Madriguera.

ernemon dijo...

Pues señor, fue un placer leerlo, y aquí en espera de la próxima historia, como alguna vez le dije a Juan, me estas volviendo adicto a tus escritos, luego no te quejes de mis reclamos, por mas lectura, saludos desde Monterrey.

Javo!! dijo...

Orale...

De casualidad tendrás el teléfono de Brendita? jaja

Excelente lectura!