miércoles, 12 de octubre de 2011

La Muerte Chiquita


Son las 10 pm, vengo llegando de casa del “Quelite”, afortunadamente mi madre se encuentra en la sala viendo su novela, aquella que según dice no es tan buena pero la entretiene, aquella donde el protagonista es un argentino, fácil de distinguir por sus ojos claros y su acento, quien según la novela es hijo de dos indígenas oaxaqueños, algo realmente incoherente, que ni a mi mamá, ni al resto de las televidentes importa una vez que sale volando la camisa del mismo por cuestiones tan “naturales” como ir de pesca o bien elaborar un pan de dulce en la panadería de su padrastro. Si bien es cierto, debo agradecer a “Juan Benito” el que se despoje de sus prendas, ya que gracias a sus “encantos” mi madre minimiza mi retraso acompañado de un leve aliento alcohólico que me cargo.
-¡Buenas noches!- digo.
-¡Buenas noches mi'jo que bueno que ya llegaste! ¡Hasta mañana!- responde, y con eso finaliza nuestra platica diaria de madre a hijo.
Una vez superado el primer obstáculo, me escabullo entre las sombras, de puntillas, tratando de no ser visto ni escuchado, por mi padre que de seguro se encuentra viendo el juego nocturno de americano, o tal vez hoy sea día de “Luchadoras en bikini”.
Logro llegar a mi cuarto, por fin he vencido los dos grandes obstáculos, volteo a todos lados, miro debajo de mi cama, y luego debajo de la cama de Miguel mi hermano, quien en este momento debe estar tramando como enfrentar al G-20 que tiene reunión en Los Cabos, o tal vez debe estar fumando alguna planta orgánica y bebiendo té chai en honor a la madre Tierra con sus amigos los ecologistas indignados.
Al final del día eso me importa poco, o nada más bien, lo interesante es apagar las luces y pensar en la hermana del “Quelite”, esa niña si me eriza la piel, yo se que si me concentro probablemente sueñe con ella, y tal vez hasta ella sueñe conmigo, me imagino como sería andar con ella, siempre tan sonriente y buena onda, no como el menso del Quelite, que nomas no entiende de albures, me cae que si no fuera por su hermana, ese Quelite ya no sería mi amigo...
-¡Despiértate haragán, se te hace tarde! ¡Otra vez te dormiste con los pantalones de mezclilla puestos y tu playera mugrosa del futbol!, ¡Pero llegando te voy a poner a lavar las cobijas para que veas la frieguita que es lavar tus cochinadas!- Dice delicadamente mi madre mientras abre las persianas del cuarto para dejar entrar los rayos del sol.
-Ya voy 'amá- Respondo entre bostezos.
Una vez bañado y arreglado con mis tenis, pantalón roto de mezclilla y camisa negra de Iron Maiden, tomo mi mochila y me lanzo directito a la escuela, pero antes, en un descuido y sin que se den cuenta, abro el “bote de los cambios” de mi mamá y me desaparezco.
Bajando del camión, veo pasar en la calle una chava bastante guapa, cabellera rubia, piel blanca, minifalda negra, y blusa roja, tiene un caminar que me llama la atención, pero lo que más me llama la atención, es que ese caminar va directo a la prepa donde voy yo. Me pregunto ¿cómo es que nunca me había percatado de esa belleza?, ya que de recién ingreso no es, vamos a mitad de semestre, pero no importa, veré hacia donde se dirige.
-¿Qué onda ese?- me saluda el “Vato”, un compañero del grupo, hijo de indocumentados que residieron en una ciudad impronunciable de California y a quienes posteriormente deportaron hace unos años decidiendo ahora esperar a que su hijo fuera un profesionista para posteriormente intentar brincar a Estados Unidos de nuevo.
-¿Qué pasó Vato? -contesto desesperadamente, intentando en vano no perder de vista a mi nuevo amor platónico.
-¿Qué te pasa?, parece como si te urgiera entrar a la escuela, y eso la verdad si es de preocuparse, ese.
-Hazte a un lado- le digo- ¿No ves que se me va a perder de vista el amor de mi vida?
-No seas payaso, ese, si tu te enamoras de todas las viejas que ves con un poco más de “desarrollo” que el estándar, ¿Además que onda con la hermana del Quelite? ¿No que esa si la ibas a trabajar para que sea tu novia?
-¡Mira Vato! ¡Ve lo que hiciste! Ya se me perdió, y con respecto a la hermana del Quelite, la verdad ya no quiero nada, es bien payasa y ni está tan bonita.
-Te digo ese, ¿Ya ves como me das la razón? Te enamoras cada día de una diferente, además no te me apachurres, al rato en la hora libre la buscamos, es más tu déjale esto a tu compa El Vato, que ya verás que de que se te hace, se te hace con la morra.
-Pues ya que, ya se me perdió.

El tiempo corrió hasta que llegó la tan ansiada hora libre, y no es que el Vato tuviera razón con sus palabras, pero ahora en serio sentía algo muy dentro de mi que me decía que esa niña era lo que yo quería de novia, es más podría vivir toda mi vida con ella, es más con que ella fuera quien me hiciera conocer las “delicias del amor” por primera vez como dicen en la telenovela de mi mamá, estaría dispuesto a dar mi vida.
Mientras me encontraba diciendo todas estas tonterías, pasó frente a mi la susodicha, me helé, quedé sin palabras, no podía moverme, pero afortunadamente El Vato estaba a mi lado, quien al ver mi comportamiento, se acercó a ella y le preguntó si podría decirnos donde estaba la cafetería porque estábamos de visita en este plantel y no conocíamos el lugar.
Ella sonrió y dijo desconocer el lugar también ya que había llegado apenas a México, procedente de Eslovaquia, pues su padre era ministro de finanzas de gobierno de aquel país y estaba siendo perseguido políticamente de manera injusta por el nuevo gobierno que acababa de tomar posesión. Su nombre: Jana Velickova; ¿Jana, así que así se llamaría ahora el amor de mi vida?
-Pues mucho gusto dijo el Vato, nosotros somos...
-Bernardo y Daniel- Interrumpí inmediatamente, pues no quería que Jana nos fuera a ubicar por nuestros apodos en lugar de nuestros nombres.
-¡Mucho gusto Bernardo, mucho gusto Daniel!- contestó Jana- Me ha dado mucho gusto conocerlos y ojalá fueran alumnos de este plantel, me caen muy bien, y sería una pena no volver a saber de ustedes.
-¡Ah...este, bueno si ya somos de este plantel, nos acabamos de cambiar aquí también el día de hoy porque, pues porque este está más bonito!- respondí sin realmente dar un argumento convincente, más sin embargo había que decir algo, lo que fuera, con tal de no perder lo poco que habíamos logrado con Jana.
-¡Bueno chicos nos vemos mañana!, acaba de llegar el chofer de mi papá y tengo que irme a casa, mañana es Viernes y podríamos organizar algo para después de clases.
-¡Hasta luego!- respondimos a una sola voz el Vato y yo.
De camino a mi casa, decidí que hoy después de 3 meses, sería el primer día de no ir a visitar al Quelite ni a su hermana, pues sería mejor que me dedicara a idear un buen plan para invitar a Jena a salir, y ver la manera en como podría quitarme sutilmente la compañía del Vato, quien seguro aceptaría ir con nosotros, si es que Jana lo invitara.
Al llegar a mi casa, mis padres recorrían la casa de arriba a abajo y de un lado a otro, mi padre hablaba por teléfono con su asistente dando instrucciones y mi madre llenando una enorme maleta de viaje. Causal de tales acciones era mi hermano, quien había tenido el bonito detalle de brincar las barricadas en Los Cabos cual migrante mexicano tratando de ingresar a Estados Unidos y embarrar mediante una pistola de agua, el traje del rey de Arabia Saudita con sangre, como protesta a las acciones “contaminantes” que el magnate había tomado hace unos días antes de venir a la reunión del G-20, eso obviamente había derivado en la detención de mi hermano, quien ahora figuraba como bandido en todos los medios de información, y mis padres sentían el deber de ir a ver como se encontraba su pequeñito de 35 años.
Sin embargo, me detuve un momento y descubrí que el problema de mis padres, se había convertido en una gran oportunidad para mi, así como decía mi maestro orate de matemáticas financieras: mientras unos pierden, habrá otros que ganen, y esta vez yo iba a ganar.
-Lo sentimos Daniel, nos tenemos que retirar, tu hermano hizo no se cuantos desfiguros al sultán de Palestina, o no se de donde es el tipo, así que vamos a ver que se puede hacer, cuida la casa y por favor no hagas cosas malas- dijo mi madre, quien por fin lograba cerrar la maleta de viaje.
-No hagas tonterías, nos vemos el Domingo- Agregó mi padre.
-Si, ustedes vayan con cuidado y no se preocupen por mi, ahí saludan a mi hermano, buen viaje, se divierten-Contesté de manera sarcástica.
Ambos me miraron de tal manera, que preferí mejor quedarme callado, y se fueron, pues el taxi aguardaba por ellos en la entrada.
Una vez en total tranquilidad, marqué a casa del Vato, le dije que si mañana Jana o yo lo invitábamos, por favor respondiera que no podía acompañarnos. Sabía bien que ese favor requeriría de un soborno aproximado a 2 cajetillas de cigarros y tal vez un six de cervezas, pero estaba dispuesto a correr el riesgo, mismo que el Vato aceptó gustoso.
Más tarde entre a Internet y me puse a buscar “técnicas de enamoramiento” y preguntas sobre como actuar ante una mujer, sin embargo la información recabada era bastante redundante, y en la mayoría de las ocasiones absurda por lo cual preferí mejor ponerme a jugar un rato con mis videojuegos.
Era más de medianoche, así que creí conveniente apagar la luz y pensar en Jana, pensar que sería lo que le diría, y que sería lo que ella me contestaría, sin embargo mis argumentos resultaban bastante tontos, que ni siquiera yo me enamoraría de mi mismo, ahora comprendía porqué nunca había tenido novia, pero sabía que por Jana intentaría hasta lo imposible, así que lo intenté y lo intenté pero sólo lograba desesperarme, tanto que apagué la luz y me quedó decir:
-Ojalá me oyeras Jana, supieras lo que siento por ti, estoy dispuesto a lo que sea, quiero que por lo menos me regales una noche, estoy seguro que si pudiera firmarlo, daría mi vida entera a cambio de una noche contigo, porque en verdad eso es lo que quiero. Mi vida es tan miserable, que si tu Jana, me regalaras la noche de mañana, o tan sólo me dieras un sólo beso, en ese momento Jana, en ese momento entregaría mi vida- Terminando de decir esto cerré los ojos y me dormí.
Al otro día, como por arte de magia desperté muy lleno de energía, nervioso por no saber que pasaría con Jana, tenía miedo a ser rechazado, a ser de nuevo la burla de alguien más, sin embargo, me armé de valor y me fui decido a la escuela.
Ya en la escuela, me encontré al Vato a quien comenté lo nervioso que me había puesto ayer, de cómo entregaría mi vida a cambio de un beso de Jana.
El Vato me miró de arriba a abajo y sólo se limitó a decir: “N'ombre vato, tu si que estas malito de tu cabeza, mira que ofrecer la vida por un beso de esa niña pues se me hace muy poco, pero siendo así, yo preferiría morir con tal de regresarme al “Gabacho”, porque ahí si que es el meritito paraíso...pero mira menso, ya no te distraigas porque ahá va tu chica hacia su clase, córrele que se te va.”
Después de escuchar las palabras del Vato, giré la cabeza y lo primero que distinguí fue a Jana, ahora con un vestido floreado, en verdad se veía más hermosa que ayer, cuando me vió hizo señas de que fuera hasta donde estaba, inmediatamente caminé a ella, ya lejos del Vato, se acercó a mi, y me dijo:
-Hola Daniel, que bueno es verte sólo y sin tu amigo, es que la verdad no me cae mal pero me gusta más estar sólo contigo, y pues quería ver si pudiéramos salir sólos tu y yo y pues no se, mencionarle a Bernardo que tal vez en otra ocasión saliéramos los tres, pero en otra ocasión, hoy sólo quiero estar contigo.
-¡Si no hay problema!- respondí con una estúpida sonrisa en mi cara.-De hecho podríamos pasar a mi casa por un poco de dinero y de ahí ir al cine o a dónde gustes ir.
-A tu casa suena bien, de hecho yo llevo una película y la vemos ¿qué te parece?
-Oks, ¿cómo y a que hora nos vemos?
-A las 7:00 nos vemos en tu casa, que tengo unos pendientes sencillos por hacer.
Así pues, ya en mi casa, el reloj decía que faltaban 10 minutos para mi cita, los 10 minutos más largos de mi vida, daba vueltas y revisaba que la casa estuviera en perfecto estado, no quería que Jana pensara que era un tipo flojo y sucio, aunque tal vez y si esto duraba más, se daría cuenta que si lo soy.
El timbre sonó en ese momento, y corrí cuan rápido se movieron mis piernas, al abrir la puerta Jana aparecía con un vestido negro entallado, el cual resaltaba su figura, en su mano una agenda y la película que había prometido.
-¿Puedo pasar?, traigo una película de terror, espero no te moleste- Dijo Jana.
-¡Si!, Adelante, pasa, este... la película de terror está bien, de hecho me encantan.
Así pues, nos acomodamos en la sala y lleve a la mesita de centro unas cervezas que tenía mi papá guardadas para ver el futbol el domingo y unos nachos con queso que mi madre compraba por si teníamos visitas.
Conforme avanzaba la película, Jana se acercaba a mi, buscando que la abrazara, hasta que llegó un momento en el que ninguno ponía atención al televisor, los abrazos empezaron a cambiar por caricias, el ambiente empezaba a sentirse cálido, intentaba besar a Jana pero ella se resistía, era un juego de buscar su boca, sin embargo yo sabía que todo iba bastante bien, ya que ella no se alejaba de mi. De pronto, una pausa, Jana me dijo que en verdad sentía algo por mi, que quisiera tenerme por toda la eternidad y que si yo quería lo mismo, a lo que respondí afirmativamente, entonces Jana se levantó del sillón, abrió el cierre de su vestido y lo dejó caer en el suelo, fue en ese momento cuando pude apreciar la belleza de esa mujer, la cual era tan perfecta que no parecía de este mundo, yo por mi cuenta me quedé inmóvil pues no sabía que hacer, Jana me vio directamente a los ojos se acercó a mi y me dijo:
-”En verdad siento mucha tristeza por el Vato, mira que morir a causa de una bala perdida de la patrulla fronteriza, no es una muerte muy grata, y es que en serio la gente nunca sabe lo que pide, pero mucho menos lo que ofrece, ¿No lo crees así Daniel?”- Se acercó a mi y me besó... ... .. . _______.

2 comentarios:

ernemon dijo...

”Ten cuidado con lo que deseas porque se puede cumplir”, si no lo sabre yo, chale! saludos.

Sr. Ajenjo dijo...

Saludos y muy buen día