Escuchando las últimas noticias de estos días y viendo la reacción de la opinión pública, vino a mi cabeza la idea de escribir sobre un fenómeno social que ocurre inmediatamente, resultado de no saber comunicarnos, esto dado a que nuestro acervo personal de palabras se encuentra muy limitado. Decía alguna vez una persona que en el idioma Español no existen los sinónimos, sino personas que no comprenden el significado exacto de las palabras. Es por esta aseveración que la mayoría de las veces nos sentimos ofendidos por el uso correcto de las mismas, creando palabras que “suavizan” el mensaje, sobre todo utilizando el diminutivo de la misma, y creando campañas absurdas de “dignificación de las personas”. Yo recuerdo bien que hace más de 15 años en mi época de niñez, existían dos palabras consideradas ofensivas por el circulo social en que me desarrollaba, la primera era Abuelo(a), ya que según la gente se oía muy “fuerte y despectivo”, por lo cual debía utilizar el término que hasta hoy en día uso de: Abuelito(a) o bien simplemente “Abue”.
La segunda palabra despectiva era: “Ciego”, esta palabra tenía variantes como: Cieguito, o persona que no puede ver, pero por una dignificación de esta discapacidad tuvieron la brillante idea de llamarlos hasta hoy en día: Invidentes.
Actualmente, existe una campaña de dignificación humana que genera términos tan ridículos que resultan estúpidos, como el caso de los ancianos a quienes se atrevieron a llamar: Adultos Mayores, esto es a mi punto de vista una burla, ya que la adultez de manera legal se considera cuando una persona llega a la mayoría de edad, dependiendo del país que se trate, en el caso de México a partir de los 18 años, pero lo que si se considera la mayor estupidez es llamarlos ahora: Adultos en Plenitud, ya que realmente es la edad en la que menos pleno se es.
Pareciera consuelo de tontos porque no estamos sólos en nuestro uso digno de palabras, tenemos el caso de los negros en Estados Unidos, que decidieron llamar a su raza: Afroamericana. Esta barbaridad es inmensa, ya que disfraza un racismo regional aun peor y nos lleva a pensar que dependiendo del lugar donde se nazca deberán ser llamados Afroeuropeos, o Afroasiáticos, o bien si se trata de alguien de raza blanca ¿deberemos llamarlo acaso Euroaméricano? O ¿Arioamericano?.
Ahora bien si usted estimado lector, aún no se siente ofendido, le invito a que continuemos con esta lectura y bien nos podremos dar cuenta que los gobiernos locales han optado por buscar y crear minorías a las cuales identifican con algún nombre o calificativo que los dignifique, que le muestre a la gente tradicional que se encontraron oprimidos durante muchos años pero que ahora son gente digna que tiene un nuevo distintivo irónicamente de igualdad, y al que se le crean leyes superfluas. Tal es el caso de la noticia que dio origen a este post, la opinión de un cardenal que no supo hacer el uso correcto de las palabras, para explicar la posición obvia de la religión católica acerca de la adopción de niños por parte de parejas homosexuales. Lo sorprendente es que la opinión pública no emitió comentarios sobre el fondo de lo que dijo este señor, sino por la forma en la que los homosexuales se sintieron ofendidos al ser llamados: Maricones.
Mismo caso ocurrió hace tiempo con el conductor Esteban Arce que no supo transmitir el mensaje que realmente quería compartir, ofendiendo a la comunidad homosexual, ya que si bien es cierto, todo mundo debe ser respetado por como es, independientemente de su forma de ser, gustos, apariencia, etc., una pareja homosexual no cumple con la finalidad original, más no principal, de crear una sociedad procreadora, lo cual pierde la razón fisiológica de la reproducción, sin que ello altere lo social y/o emocional del ser humano que también debe existir de manera sana en cualquier relación personal. Esta originalidad de la que hablo, es aquella a la que Esteban Arce llamó naturalidad.
Por otro lado, no se puede dejar de lado aquellas expresiones que surgen por parte de jóvenes adolescentes, quienes consideran divertido y de moda escribir mensajes "codificados" entre sí, utilizando indiscriminadamente mayúsculas y minúsculas, alternando números, sin dejar a un lado las faltas de ortografía que acompañan dichas "palabras". Es en este preciso momento en el cual invito al Sr. García Márquez a que recapacite sobre aquel lapsus en el cual solicitaba que el idioma Español se escribiera sin reglas de ortografía, retándolo a descifrar una hoja completa llena de frases como: "o0la gooEiii thu eReZ My mEj0r aM1gU1zzz, X ke Bal3z m1l!".
Así también los grandes estratos sociales, que parecieran ser los más cultos y conocedores del idioma, no se salvan de considerarse neófitos en el conocimiento y uso de palabras, ya que actualmente este grupo es uno de los más vulnerables a utilizar palabras extranjeras, en su mayoría Anglosajonas, para el uso de tecnicismos o estados emocionales, haciendo del idioma una mescolanza similar a la de los latinos radicados en el sur de Estados Unidos.
Así pues, a pesar de ser individuos hispanoparlantes, los grupos sociales se identifican por frases y palabras que adoptan como propias y que los diferencian del resto, llegando a concluir que existe un sólo idioma del cual nacen miles de lenguas...
La segunda palabra despectiva era: “Ciego”, esta palabra tenía variantes como: Cieguito, o persona que no puede ver, pero por una dignificación de esta discapacidad tuvieron la brillante idea de llamarlos hasta hoy en día: Invidentes.
Actualmente, existe una campaña de dignificación humana que genera términos tan ridículos que resultan estúpidos, como el caso de los ancianos a quienes se atrevieron a llamar: Adultos Mayores, esto es a mi punto de vista una burla, ya que la adultez de manera legal se considera cuando una persona llega a la mayoría de edad, dependiendo del país que se trate, en el caso de México a partir de los 18 años, pero lo que si se considera la mayor estupidez es llamarlos ahora: Adultos en Plenitud, ya que realmente es la edad en la que menos pleno se es.
Pareciera consuelo de tontos porque no estamos sólos en nuestro uso digno de palabras, tenemos el caso de los negros en Estados Unidos, que decidieron llamar a su raza: Afroamericana. Esta barbaridad es inmensa, ya que disfraza un racismo regional aun peor y nos lleva a pensar que dependiendo del lugar donde se nazca deberán ser llamados Afroeuropeos, o Afroasiáticos, o bien si se trata de alguien de raza blanca ¿deberemos llamarlo acaso Euroaméricano? O ¿Arioamericano?.
Ahora bien si usted estimado lector, aún no se siente ofendido, le invito a que continuemos con esta lectura y bien nos podremos dar cuenta que los gobiernos locales han optado por buscar y crear minorías a las cuales identifican con algún nombre o calificativo que los dignifique, que le muestre a la gente tradicional que se encontraron oprimidos durante muchos años pero que ahora son gente digna que tiene un nuevo distintivo irónicamente de igualdad, y al que se le crean leyes superfluas. Tal es el caso de la noticia que dio origen a este post, la opinión de un cardenal que no supo hacer el uso correcto de las palabras, para explicar la posición obvia de la religión católica acerca de la adopción de niños por parte de parejas homosexuales. Lo sorprendente es que la opinión pública no emitió comentarios sobre el fondo de lo que dijo este señor, sino por la forma en la que los homosexuales se sintieron ofendidos al ser llamados: Maricones.
Mismo caso ocurrió hace tiempo con el conductor Esteban Arce que no supo transmitir el mensaje que realmente quería compartir, ofendiendo a la comunidad homosexual, ya que si bien es cierto, todo mundo debe ser respetado por como es, independientemente de su forma de ser, gustos, apariencia, etc., una pareja homosexual no cumple con la finalidad original, más no principal, de crear una sociedad procreadora, lo cual pierde la razón fisiológica de la reproducción, sin que ello altere lo social y/o emocional del ser humano que también debe existir de manera sana en cualquier relación personal. Esta originalidad de la que hablo, es aquella a la que Esteban Arce llamó naturalidad.
Por otro lado, no se puede dejar de lado aquellas expresiones que surgen por parte de jóvenes adolescentes, quienes consideran divertido y de moda escribir mensajes "codificados" entre sí, utilizando indiscriminadamente mayúsculas y minúsculas, alternando números, sin dejar a un lado las faltas de ortografía que acompañan dichas "palabras". Es en este preciso momento en el cual invito al Sr. García Márquez a que recapacite sobre aquel lapsus en el cual solicitaba que el idioma Español se escribiera sin reglas de ortografía, retándolo a descifrar una hoja completa llena de frases como: "o0la gooEiii thu eReZ My mEj0r aM1gU1zzz, X ke Bal3z m1l!".
Así también los grandes estratos sociales, que parecieran ser los más cultos y conocedores del idioma, no se salvan de considerarse neófitos en el conocimiento y uso de palabras, ya que actualmente este grupo es uno de los más vulnerables a utilizar palabras extranjeras, en su mayoría Anglosajonas, para el uso de tecnicismos o estados emocionales, haciendo del idioma una mescolanza similar a la de los latinos radicados en el sur de Estados Unidos.
Así pues, a pesar de ser individuos hispanoparlantes, los grupos sociales se identifican por frases y palabras que adoptan como propias y que los diferencian del resto, llegando a concluir que existe un sólo idioma del cual nacen miles de lenguas...
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