lunes, 9 de agosto de 2010

Una tarde en Pervert City

La tarde era gris, el reloj marcaba cerca de las 3:00, después de contemplar por cerca de 15 minutos el teléfono, lo tomé y marqué aquel número que por coincidencia había encontrado en Internet. Tres timbrazos y en eso una voz seca al otro lado contestando únicamente: ¡Bueno!. No sabía que decir, que hacer, así que lo único que se me ocurrió fue responder: “Hola, hablo para hacer una reservación”; la voz finalizó la llamada diciendo: “Ok eres el 50, nos vemos”.

Aún sorprendido por lo corto de mi conversación, me armé de valor, cogí mi chamarra y me dirigí hacia el camión, el cual según el croquis marcado en la página electrónica, me dejaría cerca de mi destino.

Pasada aproximadamente una hora y media, llegué a la estación correspondiente, y me puse a preguntarle a la gente sobre la calle que buscaba, sin embargo, la respuesta generalizada es que nadie conocía tal dirección. Pocos segundos después se acercó una señora con su hijo, quienes parecían iban apenas a su casa, y me mencionó que ella conocía la calle pero que se encontraba aún lejos de donde nosotros estábamos, e incluso me ofreció que nos fuéramos juntos los tres en un taxi, para que me acercaran, a lo cual respondí amablemente de forma negativa, dado que sentía un poco de pena y además necesitaba caminar un poco para liberar aquella sensación de nerviosismo que invadía mi cuerpo, pidiendo de favor a la gentil dama, me indicara la forma de llegar.

Una vez recorridas varias cuadras por alrededor de 20 minutos, llegué a la calle buscada, ahora sólo necesitaría encontrar aquel número cabalístico que pertenecía a mi destino. Era una calle solitaria, pero tranquila, algunos carros estacionados al lado del camellón y las aceras, pero poca gente transitando. Volteé mi rostro y vi que afuera de una casa común y corriente, deambulaba un sujeto vestido con un pantalón negro y una camisa tipo polo roja con las siglas: “CSW”, lo cual me dio una pista más clara que efectivamente había llegado a aquel misterioso lugar. Me acerqué al tipo tranquilamente y le comenté que tenía reservación, por lo cual esperaba que me hiciera favor de ingresarme. Me vio fijamente, como si mi imagen desaliñada le causara extrañeza, y después de como tres revisiones, accedió a ingresarme, tocó la puerta a manera de contraseña y me dio palabras de bienvenida. Dentro de la casa se encontraban otras 3 personas con el mismo uniforme negro con rojo quienes además portaban diademas de radio para comunicar y coordinar lo que sucedía tanto adentro como afuera del lugar. Uno de ellos se acercó a mi y me pidió mi número de reservación así como mi nombre o bien pseudónimo, los cuales di inmediatamente, revisó su lista, y corroboró la información dada con lo escrito en la misma, para inmediatamente solicitar aquella cuota de recuperación que se les pide a los tipos que ingresamos de manera solitaria como yo.
Una vez dentro del lugar, habíamos unas 10 personas en lo que originalmente había sido la sala de la casa, ahí algunos miembros que aparentaban ser recurrentes charlaban cómodamente entre si, mientras que yo, invadido por el nerviosismo, me senté en una banca acolchonada cerca de un pilar, tratando de observar lo que sucedía y sucedería, pidiendo a Dios camuflajearme de alguna manera en la que no me notara, lo cual hacía más evidente mi presencia.
Una mujer madura de ojos claros notó la situación y se acercó a mi, tal era mi nerviosismo que ella comenzó la conversación creando un ambiente de cordialidad y hablando de banalidades como: que si yo creía que fuera a llover o no. Una vez creado el clima de cordialidad, preguntó mi nombre y la razón por la que había llegado ahí, la verdad no sabía que decir, así que me mostré mi honestidad y le mencioné que realmente siempre había tenido curiosidad de saber como era un mundo que se considera en un país como este: un tabú, que visitaba su página electrónica y de hecho había consultado varios reportajes sobre el tema, pero que mi curiosidad era más grande y mi intención era ser un espectador de lo que sucedía ahí. Fue en ese momento que Liz se presentó conmigo, mencionando que laboraba en el lugar, para después comentar que lo que estaría a punto de ver y ser partícipe, era un considerado por quienes lo practican como un movimiento, y no así como una perversión, pero que la mentalidad para llevar a cabo esa forma de vida debe ser madura y apartada de algunas creencias religiosas.
Así después de cerca de media hora de plática, se acercó a nosotros Raúl, un tipo de unos 35 años quien por su cara, mostraba que también era nuevo en el lugar, y de la misma forma Liz lo integró y tranquilizó igual que a mi.
Pasaron unos minutos y una música empezó a sonar por los altavoces, indicando a los ya entonces cerca de 50 personas que el show estaba a punto de comenzar, lo cual hizo que aquellos que ya conocen la dinámica, centraran su mirada hacia el centro del lugar, a donde llegó un presentador que nos dio la bienvenida, invitándonos a divertirnos y pasar un rato agradable, mencionó como se llevaría a cabo el programa y terminó mencionando las reglas claras del juego, las cuales eran algo así como:

Queda prohibido usar, vender y ofrecer cualquier tipo de droga, ya que a quien se sorprenda haciendo cualquiera de esas actividades sería entregado a las autoridades correspondientes.
Queda prohibido el consumo excesivo de las bebidas alcohólicas que se ofrecen de manera gratuita en la barra.
La más importante: Un NO es NO y no hay que dar explicaciones.

Así pues la violación de cualquier de estas reglas significa la expulsión del lugar de manera indefinida a la persona que la cometa.

Una vez indicadas las reglas del juego, una pareja mixta de strippers se acercó al centro y a ritmo de la música de ambientación, fueron despojándose de la ropa que llevaban, paseaban entre los espectadores, y dejaban que algunos de ellos tocaran sus cuerpos.
Posteriormente fuimos llamados algunos de los que nos encontrábamos en el lugar, sobretodo aquellos que eramos considerados de nuevo ingreso, vendaron nuestros ojos y nos colocaron en una especie de cama enorme improvisada con colchones y almohadas, la música era estridente, la sensación de ceguera que me daba la venda en los ojos, generaba miedo y cierta desesperación de no saber lo que sucedería, una mano pasaba por mi rostro, otra me invitaba a acostarme completamente en la cama, me encontraba paralizado, y sólo escuchaba pequeñas risas, los cuerpos desnudos de dos mujeres rondaban cerca de mi, tal situación debió haber sido muy erótica y excitante para los espectadores que guardaban silencio, hasta que una pareja se integró a la masa humana que formábamos, comenzando a hacer el amor entre si, yo por mi parte sentía aquellas vibraciones del colchón moviéndose y escuchaba cerca de mi oído como gemía ella y disfrutaba ser penetrada. La música terminó, las mujeres desnudas y la pareja se levantaron de la cama, la voz del presentador pidió un fuerte aplauso para los que nos encontrábamos al centro y una luz blanca muy fuerte dio sobre mi rostro, tan fuerte era esa luz, que a pesar de continuar vendado, lograba distinguirla a través del vendaje, el cual me fue retirado al momento y un vaso de whiskey con agua mineral me fue ofrecido. Al ver a mi alrededor, las parejas de entre 35 a 50 años coqueteaban y platicaban unas con otras, algunas caricias aparecían, mientras que otros más subían las escaleras que llevaban a los cuartos, aprovechando que para las 8:00 pm que marcaba ahora el reloj, la noche nos había invadido, y los juegos del placer resultarían más intensos para aquellos que se dirigían a tal lugar.
Un tipo de como 35 años se acercó a mi, y sugirió que fuéramos a observar a los grupos que subían a los cuartos, ya que estos no tenían puertas y todo podía visualizarse entre penumbras. Accedí y fuimos, mi curiosidad no terminaba de comprender lo que sucedía, gente común y corriente, la mayoría padres de familia subían a los cuartos, con risas de complicidad y emoción. Ya una vez en uno de los cuartos, la sensación era aquella pareja de jóvenes veinteañeros que fornicaban sobre una colchoneta, mientras ella era besada por una mujer de más de 40 años quien a su vez recibía sexo oral por parte de su acompañante. Una veintena de personas observábamos tal acontecimiento, algunos excitados, algunos asombrados, pero ninguno perdíamos detalle de lo que sucedía con esas 4 siluetas. Posteriormente sobre los sillones otras parejas se acercaban a practicar sexo oral o bien acariciarse entre si, algunos espectadores, en su mayoría hombres solos, se masturbaban ante tales acontecimientos ya que según supe posteriormente, los hombres sólos y sobre todo aquellos que tienen poco tiempo de visitar el lugar, resultan ser los más desafortunados, al ser los que reciben la mayoría de las veces aquella palabra mágica del NO.
Mi reloj marcaba las 9:30 pm y decidí alejarme de la zona de siluetas y buscar a Liz para despedirme y agradecerle el haberme hecho sentir cómodo, pero al momento de verla, me invitó otro trago del bar y me presentó con un grupo de personas que charlaban en el piso de abajo. De nuevo los ojos se centraron en mi y querían saber mis impresiones de lo visto, pero sobre todo de lo vivido, no tenía muchas palabras que decir pero me comprometí a escribirlo y hacérselos saber en cuanto estuviera listo...

Así pues concluyo diciendo que todos los fines de semana en una casa al sur de la ciudad, se reúne una gran familia de personas tan normales y humanas, con una vida similar a cualquiera de nosotros que convive y comparte a su manera de forma sana y respetuosa.
Por último, agradezco a Casa Swinger las atenciones recibidas y espero haber sido lo más objetivo posible con las impresiones plasmadas en estas líneas.

Para aquellos que estén interesados con el tema:
www.casaswinger.com.mx
http://es.wikipedia.org/wiki/Intercambio_de_pareja

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