martes, 16 de noviembre de 2010

La Noria


Hay muchas cosas que me emboban y me fascinan por el encanto mismo que poseen, una de ellas son las ferias populares, ahí la magia, la diversión y el misterio se conjugan bajo el manto de la noche. Particularmente en las ferias hay dos juegos que me pueden maravillar: uno es el carrusel y otro es la rueda de la fortuna.
Ambos poseen mucha similitud en su esencia y es por lo cual me encantan, por ejemplo, a primera vista me llama la atención sus miles de colores, las luces y los espejos, los cuales contrastan con la oscuridad y dan vida a la noche; posteriormente me hipnotiza su trayectoria giratoria pareciera algo que nunca va acabar, dónde la felicidad, las risas y la alegría jamás van a terminar.
De pequeña seguramente me subí a unos caballitos y recuerdo que en mi pubertad me subí a una noria, su magia me envolvió y aún está presente en mí la sensación de estar ahí, sentada en una de sus pequeñas jaulitas, viendo como todo cambia al momento de subir y estar en la cima, sintiendo que cuando uno está en el tope, en lo más alto es capaz de todo, y conforme va bajando, uno desea con más ahínco estar arriba otra vez. Cuando estas ahí dentro por primera vez sientes que el estómago se te revuelve de la emoción, no sabes como será y los nervios te comen vivo, es hermoso y al mismo tiempo completamente escabroso, se siente miedo pero también se está consciente de la seguridad que hay al momento de que el señor que te vendió el ticket puso el seguro a la jaulita para que no te vayas a salir de ahí, hasta que termine el viaje, es excitante y encantador, o por lo menos a mi así me lo pareció, creo que debo hacer mención a manera de paréntesis que soy una persona que le teme a las alturas y entonces debido a ello, esas fueron las sensaciones que experimente al subir a la rueda; fin del paréntesis.
Hay muchas cosas que pasan por mi mente al observar el tío vivo y la noria, ahora de mayor hasta significado simbólico le quiero encontrar, que si son símbolos del cambio, de la buena fortuna, de la búsqueda del conocimiento, de la búsqueda interior, etc. Todo cuanto Jung podría haber dicho en sus teorías de símbolos. Pero el hecho es que prefiero seguirlos viendo con los ojos de una niña, con los ojos de quién teme a las alturas pero se siente valiente al estar allá arriba, no lo quiero psicoanalizar, prefiero que se mantenga con el hálito de la magia y que se conserve así hasta el momento en que la vida o la “fortuna” me vuelvan a llevar a su interminable e infinito ciclo.
A lo mejor no todas las ferias tiene caballitos ni ruedas de la fortuna, o no todas son tan maravillosas ni mágicas como yo las veo, o no todas las personas consideran que así sea, pero esa es mi manera de verlo y como dicen por ahí: cada quien habla como le va en la feria.

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