Hay varias incógnitas en la vida que me intrigan mucho, en esté el tema entra dentro de la categoría de fenómenos sociales y aunque me declaro una perfecta ignorante en el tema del cual voy a hablar hoy, quise escribir esto por que es algo que de verdad me inquieta todos los días. Uno va pasando por las calles y no es ninguna sorpresa encontrarse con personas indigentes, pero ¿quiénes son esas personas?, o ¿quiénes fueron?, ¿qué tuvo que suceder para que ellos estén en esa situación?, ¿nacieron en la calle y siempre han vivido en ella?, ¿tenían familia o nunca la han tenido?, ¿cuáles son sus nombres?, si todos les llamamos “el loquito”, “el señor que no se baña”, “el teporochito de la esquina”, “Changoleón” (haciendo referencia al indigente que cobró fama mediática por ahí del 2006 más o menos), “el señor de la piedritas”, etc. Estas personas parecen sacadas de una historia de Dickens o de Poe, dan miedo, dan lástima, provocan irá, asco, o en algunos otros casos la indiferencia es la que gobierna. Parecen tan irreales, pero me consta que son más reales que mi propia existencia. Les contaré de tres personas que han sido, sin que ellos lo sepan, parte importante de mi vida. En el algún momento cuando me movía laboralmente por la zona de Polanco, me encontraba con un sujeto que vivía en la calle (claro como si vivir fuera una palabra que pueda aplicarse correctamente en este caso), el señor tendría no más de 50 años o tal vez menos, ya que con ese tipo de vida la gente aparenta más edad, parecía una persona pacifica, caminaba por la zona rascándose la cabeza y de vez en cuando se le podía encontrar sentado en el pasto afuera de la Cruz Roja, enormes capas de mugre lo cubrían, sin zapatos y con las piernas hinchadas y con llagas y heridas tanto en pies como piernas, realmente me impresiona que haya personas que puedan caminar en esas condiciones de dolor y podredumbre, podía uno olerlo a 10 metros de distancia, su olor mezclaba orines, sudor, tierra, suciedad y seguramente el hedor de algo que se está descomponiendo. Cada que me topaba con él, no podía evitar sentir náusea al grado de tener que atravesar la calle o caminar rápidamente para alejarme de él, después de que lograba huir de su presencia, me sentía como una verdadera idiota y el asco que en algún momento sentí por él ahora era hacia mi persona por mamona. Cuando deje de trabajar por esa zona él desapareció de mi vida. La segunda persona indigente que tuvo su impacto en mí, fue aquel viejito que recogía piedritas enfrente de la Clínica del Seguro Social No. 52 de Infonavit Norte en Cuautitlan Izcalli, el sujeto era conocido por todos los que vivimos por aquella zona, se había convertido en parte del paisaje, se había mimetizado con el asfalto y la terracería del camellón, durante casi 20 años que viví ahí, lo veía en el mismo lugar y haciendo lo mismo, “juntaba piedritas” hasta que hacia montañitas de las mismas, sólo se cubría con una vieja y sucia cobija que seguramente alguien le regalo ya que él viejillo lejos de causar lástima causaba ternura, aún no entiendo por qué. Un día deje de verlo, y no tarde mucho en preguntar a un taxista de la zona si sabía algo del “piedritas”, y me dijo que tenía un mes que había muerto, no sé si tuvo un funeral, no sé si alguien le lloró, no sé si alguien más sintió su perdida, pero yo si lloré, por alguna razón me dolió su muerte. Descanse en paz. La tercera persona tal vez sea la más importante, no sé su nombre ni quiero saberlo, se trata de una señora que por alguna extraña razón o por para-joda de la vida me topó constantemente. Todo comenzó un día que se subió al mismo camión dónde yo venía, tomó el transporte en la esquina de Ejercito Nacional y Periférico, se sentó junto a un hombre de mediana edad, al parecer está señora sube a los camiones presentando una credencial que de alguna manera le permite viajar gratis, al sentarse se le caen sus llaves al suelo y comienza a perder el juicio agrediendo física y verbalmente al señor que venía sentado a su lado, en un momento de lucidez recoge las llaves del suelo y el sujeto logra parase y cambiarse de asiento, la escena incomodo a todos los pasajeros y la señora se bajo hasta Cuautitlan Izcalli cerca de la ENEP, después de ese día me la encontraba constantemente caminando por esa zona o subiéndose a los camiones en el mismo lugar de Periférico. En algunos casos noté que los chóferes ya no la subían por que no tardo mucho en hacerse de fama entre ellos por su actitud tan agresiva. Poco tiempo después me correspondió a mí ser la compañera de asiento de esta persona, su olor podía incomodarme, pero más me pudo incomodar la situación que se dio, al sentarse comenzó a hurgar en su bolsa (la cual es enorme y nunca anda sin ella), comenzó a gritarme que “yo le había quitado su credencial”, me insultó, me dijo que se las iba a pagar y poco falto para que me agrediera físicamente, entre todo el barullo, ella logró encontrar su credencial y por increíble que parezca no me moví de lugar, no pude hacerlo, estaba paralizada de miedo, temblando y haciendo que mi mente pensara que estaba en otro sitio, después de ese día mi vida cambio, ella logró crear en mí un miedo y un terror indescriptible, cada que la veía sentía que mi corazón se me salía por la boca, pero además de eso, me la topaba a dónde yo fuera, en el metro Camarones, en las calles de Polanco e Izcalli, el los camiones y hace pocos meses me la tope nuevamente caminando por la zona de Perinorte. Es fácil de reconocer su cabello lacio, canoso y bien cortado a la altura de la nuca, su bolso enorme floreado en color beige, su suéter viejo en color gris, sus enorme ojos redondos y desorbitados, su caminar hablando sola siempre, y mentando madres a quien se le ponga enfrente, y su olor, su maldito y jodido olor. Sé que mientras ella y yo estemos vivas y sigamos pisando el suelo del DF y del Estado de México, me la seguiré encontrando, lo que no sé, es si algún día podré perderle el miedo que ella infunde en mí. Cada que veo a alguien como las personas de las que les acabo de platicar se me comprime el corazón, pero voy a ser muy sincera, aunque si me apeno por ellos, la razón principal de mi pena es por el miedo que me provoca pensar que si la fortuna me juega chueco o mis actos son incorrectos yo pueda ser “la señora loca que camina con sus perros”, espero y lucho por que eso nunca suceda, que no esté trazado en el plan y que me quede con mis interrogantes y mi ignorancia al respecto.
miércoles, 21 de julio de 2010
De Changoleón y otros seres
Hay varias incógnitas en la vida que me intrigan mucho, en esté el tema entra dentro de la categoría de fenómenos sociales y aunque me declaro una perfecta ignorante en el tema del cual voy a hablar hoy, quise escribir esto por que es algo que de verdad me inquieta todos los días. Uno va pasando por las calles y no es ninguna sorpresa encontrarse con personas indigentes, pero ¿quiénes son esas personas?, o ¿quiénes fueron?, ¿qué tuvo que suceder para que ellos estén en esa situación?, ¿nacieron en la calle y siempre han vivido en ella?, ¿tenían familia o nunca la han tenido?, ¿cuáles son sus nombres?, si todos les llamamos “el loquito”, “el señor que no se baña”, “el teporochito de la esquina”, “Changoleón” (haciendo referencia al indigente que cobró fama mediática por ahí del 2006 más o menos), “el señor de la piedritas”, etc. Estas personas parecen sacadas de una historia de Dickens o de Poe, dan miedo, dan lástima, provocan irá, asco, o en algunos otros casos la indiferencia es la que gobierna. Parecen tan irreales, pero me consta que son más reales que mi propia existencia. Les contaré de tres personas que han sido, sin que ellos lo sepan, parte importante de mi vida. En el algún momento cuando me movía laboralmente por la zona de Polanco, me encontraba con un sujeto que vivía en la calle (claro como si vivir fuera una palabra que pueda aplicarse correctamente en este caso), el señor tendría no más de 50 años o tal vez menos, ya que con ese tipo de vida la gente aparenta más edad, parecía una persona pacifica, caminaba por la zona rascándose la cabeza y de vez en cuando se le podía encontrar sentado en el pasto afuera de la Cruz Roja, enormes capas de mugre lo cubrían, sin zapatos y con las piernas hinchadas y con llagas y heridas tanto en pies como piernas, realmente me impresiona que haya personas que puedan caminar en esas condiciones de dolor y podredumbre, podía uno olerlo a 10 metros de distancia, su olor mezclaba orines, sudor, tierra, suciedad y seguramente el hedor de algo que se está descomponiendo. Cada que me topaba con él, no podía evitar sentir náusea al grado de tener que atravesar la calle o caminar rápidamente para alejarme de él, después de que lograba huir de su presencia, me sentía como una verdadera idiota y el asco que en algún momento sentí por él ahora era hacia mi persona por mamona. Cuando deje de trabajar por esa zona él desapareció de mi vida. La segunda persona indigente que tuvo su impacto en mí, fue aquel viejito que recogía piedritas enfrente de la Clínica del Seguro Social No. 52 de Infonavit Norte en Cuautitlan Izcalli, el sujeto era conocido por todos los que vivimos por aquella zona, se había convertido en parte del paisaje, se había mimetizado con el asfalto y la terracería del camellón, durante casi 20 años que viví ahí, lo veía en el mismo lugar y haciendo lo mismo, “juntaba piedritas” hasta que hacia montañitas de las mismas, sólo se cubría con una vieja y sucia cobija que seguramente alguien le regalo ya que él viejillo lejos de causar lástima causaba ternura, aún no entiendo por qué. Un día deje de verlo, y no tarde mucho en preguntar a un taxista de la zona si sabía algo del “piedritas”, y me dijo que tenía un mes que había muerto, no sé si tuvo un funeral, no sé si alguien le lloró, no sé si alguien más sintió su perdida, pero yo si lloré, por alguna razón me dolió su muerte. Descanse en paz. La tercera persona tal vez sea la más importante, no sé su nombre ni quiero saberlo, se trata de una señora que por alguna extraña razón o por para-joda de la vida me topó constantemente. Todo comenzó un día que se subió al mismo camión dónde yo venía, tomó el transporte en la esquina de Ejercito Nacional y Periférico, se sentó junto a un hombre de mediana edad, al parecer está señora sube a los camiones presentando una credencial que de alguna manera le permite viajar gratis, al sentarse se le caen sus llaves al suelo y comienza a perder el juicio agrediendo física y verbalmente al señor que venía sentado a su lado, en un momento de lucidez recoge las llaves del suelo y el sujeto logra parase y cambiarse de asiento, la escena incomodo a todos los pasajeros y la señora se bajo hasta Cuautitlan Izcalli cerca de la ENEP, después de ese día me la encontraba constantemente caminando por esa zona o subiéndose a los camiones en el mismo lugar de Periférico. En algunos casos noté que los chóferes ya no la subían por que no tardo mucho en hacerse de fama entre ellos por su actitud tan agresiva. Poco tiempo después me correspondió a mí ser la compañera de asiento de esta persona, su olor podía incomodarme, pero más me pudo incomodar la situación que se dio, al sentarse comenzó a hurgar en su bolsa (la cual es enorme y nunca anda sin ella), comenzó a gritarme que “yo le había quitado su credencial”, me insultó, me dijo que se las iba a pagar y poco falto para que me agrediera físicamente, entre todo el barullo, ella logró encontrar su credencial y por increíble que parezca no me moví de lugar, no pude hacerlo, estaba paralizada de miedo, temblando y haciendo que mi mente pensara que estaba en otro sitio, después de ese día mi vida cambio, ella logró crear en mí un miedo y un terror indescriptible, cada que la veía sentía que mi corazón se me salía por la boca, pero además de eso, me la topaba a dónde yo fuera, en el metro Camarones, en las calles de Polanco e Izcalli, el los camiones y hace pocos meses me la tope nuevamente caminando por la zona de Perinorte. Es fácil de reconocer su cabello lacio, canoso y bien cortado a la altura de la nuca, su bolso enorme floreado en color beige, su suéter viejo en color gris, sus enorme ojos redondos y desorbitados, su caminar hablando sola siempre, y mentando madres a quien se le ponga enfrente, y su olor, su maldito y jodido olor. Sé que mientras ella y yo estemos vivas y sigamos pisando el suelo del DF y del Estado de México, me la seguiré encontrando, lo que no sé, es si algún día podré perderle el miedo que ella infunde en mí. Cada que veo a alguien como las personas de las que les acabo de platicar se me comprime el corazón, pero voy a ser muy sincera, aunque si me apeno por ellos, la razón principal de mi pena es por el miedo que me provoca pensar que si la fortuna me juega chueco o mis actos son incorrectos yo pueda ser “la señora loca que camina con sus perros”, espero y lucho por que eso nunca suceda, que no esté trazado en el plan y que me quede con mis interrogantes y mi ignorancia al respecto.
martes, 20 de julio de 2010
Un cuento IMECA
Historia verdadera de la conquista de la nueva madriguera
Como Bernal Díaz del Castillo, me siento con la responsabilidad de contar lo acontecido en la nueva madriguera.
Día, 2 caña 3 conejo.
Empezamos un peregrinar el Chilaquil, Elmer Homero y su servidor Fray Pplotax, hacia aquella tierra prometida.
Al llegar, se encontraba la Maldita Zarigüeya, Neurotzin en su lengua, el cual, desalojado por una tribu que reclamaba su antiguo territorio, y en un extraño lenguaje, nos pidió que lo ayudáramos a concluir con el traslado de los bienes que había dejado en la vieja madriguera.
Con la luna nueva iluminándonos y bajo la lluvia, nos convertimos en tamemes, el traslado fue a lomo de bestia, es decir, nosotros a pie; riguroso, pesado, flaqueamos en 2 ocasiones, con las cosas maltrechas, pero logramos llegar.
Estando ahí, se decidió realizar un ritual de hermandad, como la maldita zarigüeya nos ofrecía sus dominios, nosotros compramos bebidas europeas y algunas viandas en un oxxotl.
Nos sentamos en el suelo y comenzamos con la libación. Acompañamos la interesante conversación con música común para nosotros, pero no para la maldita zarigüeya, ese tipo de musica hecha por hombres blancos barbados que viven en Inglaterra.
Día 2 caña 4 conejo.
Acompañando al nuevo día, llegaron Cucamona Garabato y el Sr. Ajenjo, procedentes de un ritual de libación muy similar, pero con otra tribu. Al llegar, propusieron cambiar a música de esta tierra, esa donde se escuchan gritos como huuuiiipipi, tambo tambo tambooo, aaayyy aayyy, uuhhhh, y otras cacofonías.
Al escuchar esta música autóctona, Elmer Homero y Cucamona Garabato, se levantaron y en un extraño arrebato comenzaron a danzar, sus cuerpos daban rienda suelta a variados movimientos al ritmo del sonido changorama, fue tal su actuación, que se ganaron una nuevo estatus en la madriguera…. Serán conocidos como el Varón de la Chancla y Lady Chiluca….era tal el frenesí, que la maldita Zarigüeya empezó a raspar sus huaraches ortopédicos y por qué no??, lo demás lo seguimos, era sublime ver como toda esta nueva tribu, nos encontrábamos moviendo nuestros delicados cuerpos, como aquellos leones marinos que divisamos en las costas de Baja California.
Los decibeles del ritual a la alza, la paciencia de las tribus vecinas a la baja, empezaron los toquidos en la puerta, nadie respondía, el whisky, la cerveza y el vodka seguian en manos de todos… de pronto, aparece un vecino, Pedotzin en su lengua, “los molesto con un cigarro”, dijo, pasad le gritamos todos en coro, aunque debimos de haber citado el letrero que Dante coloco en las puertas del infierno, "Todo el que entra por esta puerta, renuncia a toda esperanza", y así fue, las risas eran más intensas, se comenzaron a romper cosas, bromas, apodos, canciones de un sacerdote imeca llamado José Alfredo Jiménez, invocaciones a espíritus........hasta que llego la calma, unos dormidos, otros a sus aposentos y los demás a desayunar.
La conquista llegaba a su fin, para después enterarnos de la visita de un grupo de altos funcionarios del orden, Politzin en su lengua, que fueron a encarar a la maldita Zarigüeya, en petición a las demás tribus vecinas, que no entendieron aquel ritual de hermandad.
miércoles, 14 de julio de 2010
Una experiencia mágico – musical
El día está casi llegando a su fin son las 8:00 de la noche, después de una jornada laboral no muy extenuante pero si muy entretenida, voy viajando en un microbus que tome enfrente del famoso Rodeo Santa Fe. No tenía ni 5 minutos arriba del colectivo cuando una viejecita bien cascarita (le echo yo unos 70 añitos) ya estaba diciéndole “Pendejo por que no avanzas” al Operador de la unidad. Y fue cuando pensé: ¡ay que bonito es viajar en microbus!
Todos los camiones, microbuses o combis tienen su encanto, por ejemplo, cuando uno ve letreritos pegados en los parabrisas con las leyendas de “Prometimos no llorar”, “Elegante pero sencillo”, “Ejecutivo”, “Ilucion” (si ilusión con C y obvio sin acento), “No subo gordas”, “Niñas mayores de 18 años sentadas en las piernas del chofer no pagan pasaje”, etc. No puede faltar tampoco el decorado, entiéndase el clásico zapatito del crío colgado del pasamanos, la Virgencita de Guadalupe muy al estilo Cholo, el Cristo que tapa 1/3 del parabrisas, la jerga sucia multiusos misma que usan para limpiar dónde va el motor y que ofrece gentilmente el Chofer para que se siente la reinita chula que se acaba de subir y ya no alcanzó lugar; calcomanías de todo tipo, la banderita del América, Necaxa o de las Chivas, o mejor aún, la calcomanía que tiene unas “Nachas” que portan con distinción una tanga y tatuados en cada pompa el sellito de las Chivas, etc.
También hay que hablar de la ambientación musical, el transporte público perdería su encanto sin esa bonita estación de radio que es la Z, o sin esos locutores de radio tan carismáticos como son el Panda Zambrano, Mariano Osorio y Toñito Skinka con todo y su muchedumbre, que sería de nosotros los pasajeros sin aquellos discos piratas con toda la Selección de Salsa del Sonido Don Pancho, sin aquellas dulces melodías del Haragán y Lira ‘n Roll cantando con voz aguardentosa los mejores covers de Los Doors, Judas Priest y Status Quo, sin las rolas de José José y Juan Gabriel (esas son una joya porque las que ponen son todavía en formato de casette), el Sonidero de Tepito, Pollymarch, sin el disco de éxitos del momento que incluye las rolas de Paulina Rubio, Enrique Bunbury, Ricardo Arjona y RBD, sin esas exquisitas canciones de Daddy Yanki, Wisin y Yandel y demás Reggetoneros que estén de moda y que su única misión en la vida es deleitarnos con su profundas letras y sus siempre atinadas rimas. La clave de esto es escuchar la música a un nivel de volumen que no le permita a uno escuchar ni sus propias ideas y de eso no debemos preocuparnos ya que nuestro anfitrión lo tiene controlado, tengo la teoría de que para ser Chofer de microbus o camión se debe estar sordo eso explicaría los volúmenes de sonido excesivos y que los señores no escuchen cuando uno toca el timbre para bajar.
Un personaje clave para que el microbus o camión sea de un servicio de primer nivel es el “Cacharpo”, esté es la mano derecha del Operador, su chalán, compañero de aventuras, copiloto, y hasta picahielos (sospecho de algunos que he visto). El Cacharpo es un perfecto tesorero ya que debe saber cobrar el pasaje, también posee vista de halcón ya que se percata de los futuros pasajeros desde una cuadra antes, así mismo detecta a la patrulla que ya les dijo “oríllese a la orilla 768”, otra de sus funciones es la de echar aguas para cruzar de orilla a orilla el Periférico, gritar la ruta y destino del viaje para informar a los posibles clientes, en fin es un imprescindible del Chofer.
Pero como en todo viaje, usted se debe llevar recuerditos o los clásicos souvenirs, que van desde una botanita como cacahuates salados, japoneses y enchilados, bon ice, congeladas de rompope, hasta chinitos de la suerte, medallitas de plata de Taxco (si ajá), estampitas de la Milagrosa y de San Juditas, dulces de todo tipo, pilas, remedios para quitar la tos y las infecciones en los riñones, libritos con recetas para hacer jugoterapia, y “el Gráfico” para que usted esté al día y enterado de los principales hechos de la actualidad. Todo lo anterior es proporcionado por los miles de vendedores que diariamente andan persiguiendo la chuleta en el trasporte público.
Además, por si fuera poco, usted puede presenciar de un show en vivo que puede ser: “Los Payasitos Tin Tin y Ton Ton”, el Trovador que no le pide nada a Oscar Chávez, el grupo completo que toca Huapangos, el Señor que toca el Acordeón mejor que Celso Piña, y la pareja de Cristianos que canta Alabanzas, usted puede elegir entre dormirse y aventarse un “Coyotito” o disfrutar placidamente del espectáculo.
Si usted es de los que se sienten solos, no tiene quién le de para sus tunas o le falta amor, no se preocupe, el viaje incluye manoseadas, pellizcadas, empujones y arrimones (hay para todos los gustos pregunte por la promoción del día). O si le gusta el deporte extremo, viaje en la Ruta que va del Politécnico a Cuatitlan Izcalli, si sobrevive a los robos o a los choques seguro podrá presumirlo con sus amigos.
Todo esto vale comprobado en zona de Marcelo Ebrad va de los $3.50 a los $5.50 depende del Tour y si viaja usted por los terrenos de Peña Nieto su viajezote le cuesta desde $7.50 el pasaje mínimo hasta $30.00, sólo recuerde que el precio no es nada en comparación de las maravillas que éste viaje le ofrece.
Por todo lo anterior y antes de bajarme en la siguiente parada les digo: que bonito es cuando uno escucha esas palabras mágicas que pueden llevarlo a uno a tener la experiencia más importante de su vida, esas palabras son:
¡Súbale, súbale, hay lugares!
viernes, 9 de julio de 2010
Algunas cosas que descubrí con el Mundial de Sudáfrica 2010
Debo confesar que no soy aficionado al fútbol, no me emocionan los clásicos América vs. Guadalajara y mucho menos un encuentro entre Necaxa y Gallos Blancos. Sin embargo, cada cuatro años, como epidemia cíclica, me aflora el panbolerito que todo hombre lleva dentro (sin albur). Al igual que muchos mexicanos, salte y grité con los triunfos (uno) de nuestra selección y mente madres con sus fracasos.
Sin embrago para mí el mundo no se acabó con la in-esperada eliminación de nuestra Decepción, digo, Selección Nacional. Hasta el 11 de junio yo sabía poco menos que nada de Sudáfrica, pero desde ese día a la fecha he descubierto algunas cosas, si bien intrascendentes, eso si, interesantes.
Yo imaginaba que Sudáfrica tenía un clima más bien selvático… pues no, hace frío, nada más bastaba con ver a la gente con sus abrigos en los partidos. Claro, después de todo está por debajo del trópico de cáncer, lo que descubrí después de mirar un mapamundi.
Algo que me impresionó, fue saber que 9 sudafricanos han sido galardonados con el Premio Nobel, 4 de ellos con el Nobel de la Paz que fue otorgado a John Luthuli, Desmond Tutu, Nelson Mandela y Frederik de Klerk; 2 con el Nobel de Literatura recibido por Nadine Gordimer y John M. Coetzee y 3 con el de Medicina que correspondieron a Max Theiler, Allan Cormack y Sydney Brenner. México sólo ha tenido 3 veces tan gran honor, primero con Alfonso García Robles, Nobel de la Paz; después con Octavio Paz, Nobel de Literatura y finalmente con Mario Molina, Nobel de Química.
Los 4 Nobel de la Paz, fueron por su lucha contra el Apartheid y la reconciliación interracial. Los 2 Nobel de Literatura por sus obras referentes a la segregación, racial o de otra índole. En cuanto a los 3 Nobel de Medicina, se relacionan con la vacuna de fiebre amarilla, la tomografía axial computarizada y la investigación del fenómeno de la apoptosis del nematodo Caenorhabditis elegans, que para ser franco no tengo NPI de que se trate.
Curiosamente el Dr. Christiaan Barnard, pionero de los transplantes de corazón, jamás ganó el Nobel. Por cierto, en sus primeros transplantes, realizados en Sudáfrica, tuvo como un muy destacado colaborador de su equipo médico al cirujano sudafricano negro Hamilton Naki, quien sin estudios formales y trabajando clandestinamente fue un eminente profesor de medicina durante 40 años. El segundo paciente en recibir un transplante de corazón fue un médico blanco que sobrevivió a la operación más de año y medio con el corazón de un mulato.
Y hablando de mulatos, en Sudáfrica hay de negros a negros y de blancos a blancos, además de mestizos e indios. Entre los negros (grupo racial predominante 80% aprox.) existe 10 etnias, entre las que destacan la xhosa y la zulú, sin embargo es el país con menor porcentaje de negros en el África subsahariana.
Los blancos, por su parte, representan poco más del 9% y no todos son iguales, hay británicos (cacas grandes dirían en mi pueblo) y bóers, de origen holandés principalmente y en menor grado flamenco, francés o alemán (cacas chicas); entre ellos también se hacen el fuchi.
Los indios, que ni son indígenas ni tampoco de la India, tienen su origen en Indonesia, Malasia y Pakistán principalmente y representan apenas un 2.5%, eran algo así como esclavos nice.
Finalmente la gente de color, que no son negros, sino los mestizos, ya sea de cruzas de blancos con negros o indios, este grupo representa poco menos del 9%. Ellos eran poco menos inferiores que los negros
El fin del Apartheid no fue muy terso que digamos, si bien no se dio un genocidio, gracias a la aplicación de la filosofía ubuntu (que no es muy diferente a la comunión cristiana) y que Desmond Tutu describió del siguiente modo:
“Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos.”
Sin embargo al no haber una bota que pusiera orden y dada las grandes diferencias sociales y no pocos resentimientos raciales, se desató la delincuencia con violencia, tristemente diré que qué se puede perder cuando no se tiene nada.
viernes, 2 de julio de 2010
La Sabiduría de Dionisio Alfredo Jiménez
No pude evitar comparar ese acontecimiento, con la aportación de Elmer Homero.
¿Porqué se pasa del cielo al suelo?.
Como ambas son actividades lúdicas se me ocurrió acudir a Dionisio, pero faltaba algo, algo de nosotros, de la perrada, del grueso poblacional, que oliera a tequila y caca de cuaco… pues acudí a Don José Alfredo Jiménez e intente unirlos.
Cuentan que un día Dionisio (Baco para los romanos) o Líber para los cuates, se encontró una planta, y por falta de macetas, la metió en el hueso de un ave, al no ser suficiente este hueso mientras crecía, la cambio al hueso de un león y después al hueso de un burro. Adquiriendo la planta las propiedades de su respectivo envase.
La planta en cuestión era una vid, dando lugar al origen y solución de todos los males, EL VINO.
Dirán, qué tiene que ver esto con el fucho y José Alfredo??
Lo obvio, es el homenaje que la banda pambolera le rinde a Dionisio en cada partido, y lo raro, que José Alfredo le dedicó una rola a león (Guanajuato), se ponía como burro a la menor provocación y su amada esposa, pos se llamaba paloma; cumpliendo con la trilogía de la Vid.
Además, José Alfredo como buen discípulo de Baco, portero del marte y compa de la “Tota” Carbajal, nos dejo un legado profético en sus canciones….
Quien no cantaba en el México-Sudáfrica “Estoy tan lejos de ti y a pesar de la enorme distancia, te siento juntito a mi, corazón corazón, alma con alma”, para después pasar a México-Francia “Solamente la mano de dios podrá separarnos, yo se que nacimos los dos, para siempre adorarnos”, con Uruguay “El mundo es una cantina tan grande como el dolor, me diste copas de besos y luego serviste desprecios”. Con Argentina al arbitro “Porque soy como soy, sin razón me desprecias, porque soy como soy, se me va tu cariño” y al acabar el partido con “Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores, otra vez a brindar con extraños y a llorar por los mismos dolores”.
Para terminar cantándole a la copa “Tu y las nubes me tienen loco, tu y la nubes me van a matar, yo pa’ rriba volteo muy poco, tu pa’ bajo no sabes mirar”.
La parte que no entendemos, es que el ritual pambolero de la selección mexicana, el discurso de los políticos mexicanos y el chupe, comparten la misma moraleja que nos quieren dar los griegos con base en la historia de la vid de Dionisio y José Alfredo en sus canciones.
Todo aquel que pruebe el vino, crea en un partido político o vea a la selección, primero se sentirá libre como un ave, después fuerte e invencible como un león y terminará como un burro.
Así que la próxima ocasión que juegue México, Votemos o nos entreguemos al alcohol ya sabemos a que atenernos…..
Rolas de José Alfredo en orden de aparición.- La enorme distancia, La mano de dios, Sota de copas, Ni el dinero ni nadie, En el último trago y Tú y la Nubes.